Descripción

Las estrellas errantes que cruzan los cielos infinitos, tuvieron en lo que fuera el Valle de Anáhuac también una bella explicación, porque no fueron estrellas para los antiguos moradores del altiplano, sino almas puras y serenas, que en el mundo alcanzaron la perfección íntima, una limpieza de espíritu y no morían.

Esta es la hermosa y tierna leyenda mexicana que nos habla de cómo eran escogidas las Xicóatl o estrellas errantes, que subían al cielo noche a noche y cruzaban por los cielos ahuyentando a los malos espíritus que devoran a la luna y la comen pedazo a pedazo hasta dejarla oscura y por qué y cómo podían morir sus cuerpos humanos.

Se cuenta que los genios de la noche recorrían las casas de Anáhuac en busca de gentes, sobre todo mujeres, que poseyeran un alma pura, una belleza espiritual que fuera acorde con su figura física, y hallándola la convertían en estrella errante y si alcanzaba el clímax de la perfección en su labor de cuidar la luna, podían ir a formar parte de la Ixtacmixcóatl “Serpiente salpicada de luceros” que así llamaban a la vía láctea.

El collar tiene una cadena donde cuelga la media luna que protegen las estrellas errantes para que se pueda usar por separado o en conjunto, el otro collar representa las estrellas errantes y está también formado por una cascada de piedritas que representan la vía láctea, el broche es la flecha con la que Tepehuaxin mata a su querida Cacahuatzin, que me gustaría creer su alma pasó a formar parte de la Ixtacmixcóatl.